En la zafra de textos del 2004
la editorial Santillana retiró del mercado el manual para cuarto
año“Historia. El mundo actual”. Cuando lo relanzó, el
pie de imprenta informaba que era la edición de 1999 en impresión
del 2004, mas había algunos cangrejos debajo de la piedra en la
sección 29:El islamismo
y el Estado de Israel.
No podemos citar aquí todos los cambios operados, mas elegiremos cinco que responden a las ideas fuerza que el corrector quiso imprimir en la mente del estudiante.
1-
Si en la edición primitiva el encabezado era
-“El
pueblo judío: la búsqueda
de un territorio”, en
la siguiente será
-“El
pueblo judío: el retorno
a la patria ancestral”.
El
objetivo de la nueva redacción fue mostrar cómo
Palestina corresponde históricamente a los judíos; una manera de
legitimar el colonialismo y la práctica imperial sionista ¿En que
se basa el sionismo para asegurar que Palestina les pertenece? En la
Biblia, escrita por un Dios, nada menos: “Deja tu
tierra natal y la casa de tu padre y ve al país que yo te mostraré”.
Este argumento es utilizado tanto por los ortodoxos como por los
marxistas sionistas. Puede resultar llamativo, pero aquí un texto
religioso no se interpreta como un texto cargado de simbolismos, como
suele interpretarse toda mitología, sino como un documento
histórico. Éste es sólo un aspecto del peso de la religión en la
política de Israel. Para ampliar la entidad del fenómeno
recomendamos calurosamente “Historia
judía. Religión judía. El peso de tres mil años” del
judío israelí Israel Shahak.
2- En el apartado “Su relación con otros pueblos” se decía que
-“Los
judíos se han encontrado a menudo con la desconfianza
de los pueblos con los que han convivido. Durante
la Edad Media, el origen del rechazo quizá se pueda encontrar en la
postura de los cristianos, que los consideraban como herederos del
pueblo que traicionó a Jesús, o en la actitud de los que
presenciaban su enriquecimiento en la actividades lucrativas del
préstamo a interés, a las que los cristianos tenían prohibido
acceder, por mandato de la Iglesia. En el siglo XIX, por otro lado,
el crecimiento de la industria llevó a muchos banqueros judíos a
tener éxito y aumentar su riqueza -como fue el caso de Rothschild-,
lo que agudizó las actitudes de rechazo por parte de los sectores
sociales con problemas económicos. Desde las décadas de 1880 y
1890, el antisemitismo se manifestó con más fuerza. Ejemplos
de ello se encuentran en varios países”.
En la edición expurgada se dirá:
-“Los
judíos se han encontrado a menudo con la intolerancia
de los pueblos con los que han convivido, lo
cual generó violentos ataques en masa, provocados por lo que se
llama comúnmente antisemitismo, basado en la judeofobia.
Ejemplos de ello se encuentran en varios países”.
Aquí, amén del cambio de desconfianza por intolerancia para acentuar el drama del antisemitismo, la clave es la eliminación de su explicación histórica. Nótese que no se suplanta por otra; simplemente se la elimina. De igual forma, en los manuales sionistas, se evita cualquier explicación de índole sociológica al rechazo de los palestinos al Estado de Israel. Según este discurso, no luchan por recuperar su tierra; su actitud no es resultado de la limpieza étnica a la que fueron sometidos. Los palestinos y árabes en general, y para ser más precisos, los musulmanes, actuarían por odio, de forma irracional; son unos fanáticos acicateados por su religión. Cuando se elimina toda explicación histórica al accionar de un pueblo, queda el espacio abierto para introducir ideas como la siguiente: los judíos fueron perseguidos por Hitler, es decir, el Diablo, y si fueron perseguidos por el mal, ergo, son el bien. Así como antes fueron perseguidos por el Diablo encarnado en Hitler, hoy son perseguidos por el Diablo encarnado en los musulmanes, que no actúan impulsados por recuperar lo que históricamente les pertenece, sino por el deseo del mal. Por eso el libro de Marcos Israel “Antisemitismo y conflicto árabe-israelí”, regurgita el mantra sionista que encuentra la raíz del conflicto de Medio Oriente en el antisemitismo arraigado entre los musulmanes. En todo ataque que alguien haga a Israel, la invariable respuesta sionista será acusar al enemigo de antisemita, judeófobo y racista. Desde el momento que convierten el antisionismo en antisemitismo, transforman la lucha contra Israel en odio hacia los judíos y por lo tanto, en un deseo velado de repetir el Holocausto. Esta añagaza logra radiar el auténtico problema, el expolio de los palestinos y de esta manera el agresor se convierte en víctima.
3- En el apartado de “La guerra de los seis días”, la edición original informaba que
-“Israel,
gracias a su capacidad bélica y al éxito de sus enfrentamientos con
los árabes... desarrolló con rapidez, asentamientos israelíes,
sometiendo a los árabes a
expropiaciones y a la posición de país invadido”.
Se cambió a lo siguiente
-“Israel,
por su capacidad bélica
y gracias
al éxito
de sus enfrentamientos con los árabes... desarrolló con rapidez
asentamientos israelíes, para
evitar la concreción de las mismas amenazas de 1967”.
El texto posterior se inscribe en el deseo ferviente por mostrar la política de Israel como una actitud defensiva. Siempre serán los árabes los que atacan, jamás ninguna de las guerras de conquista de Israel ni los bombardeos a Gaza, serán resultado de su política expansionista. Israel busca siempre ubicarse como víctima, como una isla de democracia en medio de un mar de fundamentalismo islámico. Israel sólo busca la paz, negada rabiosamente por sus enemigos, y para asentar esa idea, se eliminaron estas palabras insertas en la edición primitiva “Anuar el Sadat... hizo un intento de paz con Israel, que fue rechazado”. Se desarrollan asentamientos israelíes, pero parecieran situarse en tierras de ningún provecho, en territorios vacíos, en el desierto. Por eso se borra la referencia a las expropiaciones sufridas por los árabes y su condición de país invadido, restando a su vez justificación histórica a la lucha de los palestinos.
4- En relación a la guerra de Yom Kippur, se decía
-“Se
produjo un nuevo enfrentamiento conocido con el nombre de Yom Kippur-
fiesta de reconciliación entre los hebreos-, ya que el ataque fue
perpetrado el día 6 de Octubre de 1973. Fue
esta la revancha de los árabes frente al gran ejército israelí”.
En la edición siguiente se dirá
-
“Se produjo un nuevo enfrentamiento conocido con el nombre de Yom
Kippur, ya que el ataque fue perpetrado el día 6 de Octubre de 1973
durante el ayuno de la población judía en Israel -máxima
celebración religiosa judía”.
Israel pretende imponer dos mistificaciones con respecto a su ejército. La primera dice que es “El ejército más moral del mundo”. El lector sonreirá ante la ridiculez de un país que dice de sí mismo que su ejército es el más moral del mundo. Sería como si Marcelo Marchese dijera que Marcelo Marchese es el ensayista más inteligente del mundo. La payasada deviene en hipocresía si consideramos que el ejército más moral del mundo legaliza la tortura y ejecuta a gente que se encuentra herida, desarmada e inconsciente, y luego se aclama al criminal como un héroe; pero así funciona el ejército más moral del mundo que no ha juzgado a sus criminales de guerra, premiados con los principales cargos que se puedan desempeñar en el Estado. La segunda mistificación refiere a que el ejército israelí es invencible. Este mito comienza con la aseveración según la cual en el 48 venció a pesar de ser inferior al ejército mancomunado árabe, lo cual es un disparate descomunal. El ejército israelí es ampliamente más poderoso que el de los palestinos o sus vecinos. Sólo él tiene arsenal nuclear, amén de ser el primero en la lista de los países que reciben respaldo militar por parte de EEUU. Sin embargo, a pesar de su incomparable poderío, ha sufrido algunas derrotas, lo que llevó a los autores de la edición original a escribir “Fue ésta la revancha de los árabes frente al gran ejército israelí”.
5- En el apartado “El peregrinaje del pueblo palestino”, que pasará a ser “La búsqueda del pueblo palestino” se decía que lograda la paz tras la invasión al Líbano
-“los
dirigentes palestinos encontraron en Túnez el
último punto de su dramático peregrinaje.
Su exilio se
repartió entre Jordania, Siria, Líbano y Túnez. A este último
país llegaron dos millones de palestinos; en las zonas de ocupación
judía se instalaron otros dos millones, y dentro del propio Israel,
ochocientos mil”.
La edición corregida sólo dirá que
-“los
dirigentes palestinos encontraron en Túnez el último punto de su
exilio”.
La nueva redacción se inscribía en el mecanismo de deshumanización de los palestinos, los cuales, en los manuales con que se adoctrina a los jóvenes israelíes, no tienen rostro. Aquí su dramático peregrinaje pasa a ser un exilio que no termina de quedar claro, en tanto previamente se ha tachado la referencia a ser un país invadido. Ni siquiera se sabe su número o dónde están. Se trata de evitar la empatía del estudiante con un pueblo que vive desperdigado, un peregrinaje resultado de una invasión que en última instancia sería la razón de su lucha.
Los autores del manual fueron Pilar Corral, Beatriz Amestoy, Alfredo Decia y Lydia Di Lorenzo. No estamos en posición de afirmar que fueran los responsables de los cambios a la sordina en la impresión del 2004, pues no sabemos si la editorial compra los derechos con la consiguiente libertad de introducir las modificaciones convenientes sin consultar a los autores. Si fueron ellos ¿qué los llevó a introducir estas variaciones? Si no fueron ellos ¿quién fue y a través de qué medios logró que la trasnacional modificara su manual?
Sea quien fuere el corrector, cometió al menos tres errores fácticos.
1- Las dos ediciones afirman que “Algunos judíos europeos, por su parte, provienen de los cátaros, pueblos seminómades del sur de Rusia que se convirtieron al judaísmo en el siglo VII”. Esta afirmación significa algo así como decir “Algunos africanos, por su parte, provienen de los mormones, pueblos guerreros del sur de Nicaragua que se convirtieron al africanismo en el siglo V antes de Cristo”. Los cátaros no eran pueblos nómades, ni existieron en el siglo VII, sea en Rusia o en cualquier otro sitio. Fueron una secta religiosa perseguida y masacrada por la Iglesia Católica en otro siglo que no el séptimo. Acaso este error, inadvertido por los cuatro autores y por un eventual corrector preocupado por otras cuestiones, devenga de confundir “cátaros” con “jázaros”, los cuales sí se convirtieron al judaísmo y vivieron en el sur de Rusia en el siglo VII.
2- Cuando se hace referencia al final de la guerra en Beirut se dice que “Se logró la paz... con el retiro de los palestinos de Líbano y de Israel hasta sus fronteras”. Los palestinos se retiraron, es cierto, pero los israelíes ocuparon el país por dieciocho años, hasta que su ocupación generó el nacimiento de Hizbulá, que los obligó a retroceder hacia sus fronteras en el año 2000. Esta sonada derrota generó que los ultraortodoxos judíos anunciaran que Dios la había decretado a causa de haber retrocedido previamente del Sinaí, dejándolo en manos de Egipto, la revancha árabe que mencionamos más arriba.
3- Las dos ediciones afirman que Moshe Dayan fue jefe del gobierno israelí, un disparate.
Entre
los cambios perpetrados se encuentra la sistemática sustitución de
la palabra “Palestina”
por “Eretz
Israel”,
una práctica que lleva, como afirma el historiador judío israelí
Shlomo Sand en “La
invención de la tierra de Israel”,
a sustituir automáticamente en las actuales ediciones sionistas de
los clásicos judíos, sea Maimónides, sea Filón de Alejandría,
sea quien fuere, las palabras “Palestina” o “Canaán” por
“Israel”. Anotemos que la Intifada, que en la edición original
se definía como “levantamiento
popular”, pasa a ser una “agitación
popular palestina”.
Por más tergiversaciones que se pretenda hacer con las palabras, no
se ha podido, hasta el momento, arrancar del alma de los pueblos el
prestigio adquirido por las palabras “revolución” y
“levantamiento popular”. Ahora bien, la palabra “agitación”
no tiene la enjundia de la palabra “levantamiento”; parece más
bien una actividad sin sentido, menos numerosa y propia de
desequilibrados.
Para finalizar, amable lector, nos resta hacer dos consideraciones. La primera no hace referencia a lo que el texto dice, sino a lo que no dice. En ningún momento el manual se sitúa en el lugar de los palestinos, quienes en el año 48 fueron asesinados, mutilados, incendiados, dinamitados, violados, encarcelados y robados en una largamente preparada operación terrorista llamada Plan Dalet, por la cual se logró expulsar a ochocientas mil personas. La palabra Nakba, que significa catástrofe, pues así consideran los palestinos lo sucedido en el 48, no aparece nunca.
La segunda consideración hace a un problema de nuestra República y la necesaria formación de ciudadanos. La enseñanza de la historia pretende brindar herramientas para pensar el mundo. En cierto sentido, la enseñanza de la física, la filosofía o la historia no son más que excusas para desarrollar ciertas habilidades cognitivas. Si eliminamos las explicaciones de índole sociológicas, el espacio vacío tenderá a ser sustituido por otro tipo de explicaciones, tal el caso de evitar las referencias históricas al reclamo palestino, aduciendo que su accionar responde al antisemitismo. Esta ubicua acusación de antisemitismo, antisemitismo que no es otra cosa que un fanatismo, responde a otro tipo de fanatismo que da lugar, entre otras enfermedades mentales, a la islamofobia. Se trata de ubicar al otro en el lado del mal, lo que nos ubica a nosotros automáticamente en el lado del bien. Se acusa al otro de estar impulsado por consideraciones religiosas, adoptando nosotros en la acusación una actitud religiosa. Es la maniquea concepción del choque de civilizaciones, donde occidente ocupa el lugar de la libertad y la democracia y el oriente el del autoritarismo fanático.
Sea quien fuere que haya corregido el manual, su discurso obedece al discurso del colonialismo israelí. Los jóvenes estudiantes uruguayos, y no sabemos qué ha sucedido en los manuales de Santillana de otros países, fueron adoctrinados por la propaganda sionista, como si el Estado de Israel elaborara un texto para nuestros estudiantes. Así que del problema de enseñar a pensar a los futuros ciudadanos, pasamos a otra grave problemática que dejaremos planteada con esta pregunta ¿cuál es el alcance de nuestra soberanía si un texto es elaborado por una trasnacional según el discurso colonial imperialista de otro Estado?
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