Por José Luis Perera
- QUINTA PARTE -
En
la carta que el PCU enviara en 1955 al Partido Socialista, haciendo
un fraternal llamado a la unidad, les decía que “El monopolio
de la tierra por una pequeña minoría, agrava todos los elementos
de la crisis que se acentúa en la economía nacional”.
Cincuenta y ocho años después, y en parte gracias a un gobierno en
el que están juntos, codo con codo, comunistas y socialistas, la
minoría que detenta la propiedad de la tierra es todavía más
pequeña, y además extranjera.
Les
decían los comunistas a los socialistas:
“Aspiran
(los trabajadores) a que las riquezas que el Uruguay posee y
produce, estén destinadas a brindar mejores condiciones de vida a
las masas trabajadoras. Estas justas aspiraciones son frustradas por
la existencia de un régimen de grandes propietarios feudales de la
tierra y un puñado de potentados del gran capital, que aliados a
los monopolios imperialistas extranjeros realizan formidables
ganancias, mientras condenan a las masas a una doble explotación
nacional y social, y se oponen a todo progreso social”.
Cincuenta
y ocho años después, comunistas y socialistas integran un gobierno
que favorece la concentración de la tierra y a los potentados del
gran capital trasnacional que siguen acumulando formidables
ganancias, gracias a las exenciones impositivas, zonas francas y
otras medidas que los favorecen.
Hoy
en día pululan los fondos de inversión, algunos de ellos yanquis,
que invierten en nuestro país comprando tierras. Cuando queramos
hacer algo con eso, seguramente sacarán a relucir el famoso Tratado
de Protección de Inversiones.
En
2010, la REDIU mostraba que entre 2003 y 2009 los terratenientes de
este país se habían enriquecido, por concepto de renta de la
tierra y aumento del valor de sus campos en más de 30 mil millones
de dólares. Actualizado ese dato, luego del último Censo
Agropecuario, da que entre 2003 y 2013, por concepto de aumento del
precio de la tierra los terratenientes de más de 200 hectáreas se
enriquecieron en 46.451 (cuarenta y seis mil cuatrocientos cincuenta
y un) millones de dólares. Si se le agrega la renta de la tierra,
lo hicieron en 13.631 (trece mil seiscientos treinta uno) millones
de dólares. Por lo cual la suma total en la que se enriquecieron
los terratenientes en este país en los últimos 10 años es de
60.082 millones de dólares. En buena medida gracias a los gobiernos
del FA.
Para
colmo, el pago de impuestos sobre la tierra (contribución
inmobiliaria, aportes patronales al BPS e impuesto al patrimonio)
entre 2003 y 2012 alcanzó 665 millones de dólares. Esto representa
prácticamente el 1% del enriquecimiento en el período. Y si se
calcula la proporción del total de los impuestos pagados por el
sector, (1.711 millones de dólares) es menos del 3%.
Y
la redistribución de la riqueza sigue esperando a que algún día
llegue la izquierda al gobierno, porque los propietarios de esta
masa de tierra, 15 millones y medio de hectáreas sobre un total
nacional de 16,5 millones, y beneficiarios de ese colosal aumento de
riqueza, son menos de 14.500 personas y empresas nacionales y
extranjeras.
Le
decía el PCU a los socialistas:
“La
experiencia histórica enseña que la clase obrera es la fuerza
social llamada a conducir a las masas populares a la conquista de
una nueva sociedad. Del mismo modo, la experiencia histórica enseña
que el poder de la clase obrera es mayor cuanto más poderosa y
fuerte es la unidad del proletariado, la unidad sindical y la acción
común de los Partidos Comunista y Socialista”.
Pero
58 años después, habiendo logrado la unidad del proletariado en
una sola Central, y la acción común de los Partidos Comunista y
Socialista, no está tan claro que estén conduciendo a las masas
populares a la conquista de una nueva sociedad. ¿Era falsa la
premisa? ¿En qué se falló? Creo firmemente que estas cosas son
las que hay que estudiar si se quiere avanzar. ¿Será que el
problema estuvo en el resto de las fuerzas que se sumaron a ambos
partidos históricos? Porque en la carta también decía el PCU:
“Por
otra parte, comunistas y socialistas no podemos olvidar que
proclamamos que nuestra aspiración es el socialismo. Bien que
existan diferentes concepciones de cómo alcanzar esa meta
socialista, esa simple comunidad de postulados no puede menos que
hacer posible unir nuestros esfuerzos para luchar contra la
explotación capitalista…”
¿No
será que se terminó sumando fuerzas y sectores que por su
condición de clase no solo que no aspiran al socialismo ni contra
la explotación capitalista, sino que se opondrán con energía a
quienes quieran ese rumbo? Porque allí decía también el PCU que
“Se puede agregar que todo cuanto suponga elevar la conciencia
socialista de los trabajadores, liberarlos de la influencia
ideológica de la burguesía, se traduciría en fortalecimiento de
los partidos de la clase obrera, de socialistas y comunistas”.
Y sin embargo, es obvia la dificultad de liberar a los trabajadores
de la influencia ideológica de la burguesía, cuando se participa
de un gobierno en el cual, la mayoría de sus integrantes, defienden
con energía y abrazan con pasión la ideología de la burguesía.
Se
invitaba a los socialistas a una lucha común “…por los
aumentos de salarios para los trabajadores, aumentos de sueldos para
los funcionarios públicos y municipales y de las jubilaciones y
pensiones para las clases pasivas, por una política impositiva que
no recaiga sobre los sectores populares sino sobre el gran
latifundio, las grandes empresas y los monopolios extranjeros; en
defensa de las libertades sindicales; por una política exterior
independiente…”.
Pero
58 años después, y habiendo dejado miles de compañeros en la
lucha, torturados, muertos, desaparecidos, presos, exiliados,
integran juntos un gobierno que hace recaer el peso impositivo sobre
los salarios más que sobre el capital (al cual se le rebajaron
impuestos), que apenas logra poner un impuesto simbólico a las
grandes extensiones y tiene que transar en que ese dinero les sea
devuelto en caminería a ese mismo latifundio, que a las grandes
empresas y monopolios extranjeros los exime del pago de impuestos,
etc…
Porque
tanto el actual, como el anterior gobierno del FA, han sido
gobiernos que tiemblan ante el poder. El caso del impuesto al agro
es un ejemplo claro, pero hay otros. No se ha querido enfrentar al
poder de los grandes medios de comunicación, demorando
interminablemente una ley de medios, y llegando finalmente a una que
mantiene intacto el poder que ya tenían los dueños de los canales
de televisión.
Y
otro ejemplo claro, es también el de la negativa de Mujica a la
creación del Frigorífico Multimodal, en donde sin ambages admitió
que no quería hacerlo porque eso sería enfrentar a la rosca
ganadera, como si no se hubiese luchado y perdido vidas de valiosos
compañeros justamente para eso, para enfrentar al poder de la
oligarquía.
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