miércoles, 13 de abril de 2016

EL PROBLEMA DE LA UNIDAD EN UNA PERSPECTIVA HISTÓRICA (Análisis de la estrategia del Partido Comunista Uruguayo a la luz de los resultados)


Por José Luis Perera

  -  QUINTA PARTE -


PRIMERA CARTA AL PARTIDO SOCIALISTA

En la carta que el PCU enviara en 1955 al Partido Socialista, haciendo un fraternal llamado a la unidad, les decía que “El monopolio de la tierra por una pequeña minoría, agrava todos los elementos de la crisis que se acentúa en la economía nacional”. Cincuenta y ocho años después, y en parte gracias a un gobierno en el que están juntos, codo con codo, comunistas y socialistas, la minoría que detenta la propiedad de la tierra es todavía más pequeña, y además extranjera.

Les decían los comunistas a los socialistas:
Aspiran (los trabajadores) a que las riquezas que el Uruguay posee y produce, estén destinadas a brindar mejores condiciones de vida a las masas trabajadoras. Estas justas aspiraciones son frustradas por la existencia de un régimen de grandes propietarios feudales de la tierra y un puñado de potentados del gran capital, que aliados a los monopolios imperialistas extranjeros realizan formidables ganancias, mientras condenan a las masas a una doble explotación nacional y social, y se oponen a todo progreso social”.

Cincuenta y ocho años después, comunistas y socialistas integran un gobierno que favorece la concentración de la tierra y a los potentados del gran capital trasnacional que siguen acumulando formidables ganancias, gracias a las exenciones impositivas, zonas francas y otras medidas que los favorecen.
Hoy en día pululan los fondos de inversión, algunos de ellos yanquis, que invierten en nuestro país comprando tierras. Cuando queramos hacer algo con eso, seguramente sacarán a relucir el famoso Tratado de Protección de Inversiones.

En 2010, la REDIU mostraba que entre 2003 y 2009 los terratenientes de este país se habían enriquecido, por concepto de renta de la tierra y aumento del valor de sus campos en más de 30 mil millones de dólares. Actualizado ese dato, luego del último Censo Agropecuario, da que entre 2003 y 2013, por concepto de aumento del precio de la tierra los terratenientes de más de 200 hectáreas se enriquecieron en 46.451 (cuarenta y seis mil cuatrocientos cincuenta y un) millones de dólares. Si se le agrega la renta de la tierra, lo hicieron en 13.631 (trece mil seiscientos treinta uno) millones de dólares. Por lo cual la suma total en la que se enriquecieron los terratenientes en este país en los últimos 10 años es de 60.082 millones de dólares. En buena medida gracias a los gobiernos del FA.

Para colmo, el pago de impuestos sobre la tierra (contribución inmobiliaria, aportes patronales al BPS e impuesto al patrimonio) entre 2003 y 2012 alcanzó 665 millones de dólares. Esto representa prácticamente el 1% del enriquecimiento en el período. Y si se calcula la proporción del total de los impuestos pagados por el sector, (1.711 millones de dólares) es menos del 3%.
Y la redistribución de la riqueza sigue esperando a que algún día llegue la izquierda al gobierno, porque los propietarios de esta masa de tierra, 15 millones y medio de hectáreas sobre un total nacional de 16,5 millones, y beneficiarios de ese colosal aumento de riqueza, son menos de 14.500 personas y empresas nacionales y extranjeras.

Le decía el PCU a los socialistas:
La experiencia histórica enseña que la clase obrera es la fuerza social llamada a conducir a las masas populares a la conquista de una nueva sociedad. Del mismo modo, la experiencia histórica enseña que el poder de la clase obrera es mayor cuanto más poderosa y fuerte es la unidad del proletariado, la unidad sindical y la acción común de los Partidos Comunista y Socialista”.

Pero 58 años después, habiendo logrado la unidad del proletariado en una sola Central, y la acción común de los Partidos Comunista y Socialista, no está tan claro que estén conduciendo a las masas populares a la conquista de una nueva sociedad. ¿Era falsa la premisa? ¿En qué se falló? Creo firmemente que estas cosas son las que hay que estudiar si se quiere avanzar. ¿Será que el problema estuvo en el resto de las fuerzas que se sumaron a ambos partidos históricos? Porque en la carta también decía el PCU:

Por otra parte, comunistas y socialistas no podemos olvidar que proclamamos que nuestra aspiración es el socialismo. Bien que existan diferentes concepciones de cómo alcanzar esa meta socialista, esa simple comunidad de postulados no puede menos que hacer posible unir nuestros esfuerzos para luchar contra la explotación capitalista…”

¿No será que se terminó sumando fuerzas y sectores que por su condición de clase no solo que no aspiran al socialismo ni contra la explotación capitalista, sino que se opondrán con energía a quienes quieran ese rumbo? Porque allí decía también el PCU que “Se puede agregar que todo cuanto suponga elevar la conciencia socialista de los trabajadores, liberarlos de la influencia ideológica de la burguesía, se traduciría en fortalecimiento de los partidos de la clase obrera, de socialistas y comunistas”. Y sin embargo, es obvia la dificultad de liberar a los trabajadores de la influencia ideológica de la burguesía, cuando se participa de un gobierno en el cual, la mayoría de sus integrantes, defienden con energía y abrazan con pasión la ideología de la burguesía.

Se invitaba a los socialistas a una lucha común “…por los aumentos de salarios para los trabajadores, aumentos de sueldos para los funcionarios públicos y municipales y de las jubilaciones y pensiones para las clases pasivas, por una política impositiva que no recaiga sobre los sectores populares sino sobre el gran latifundio, las grandes empresas y los monopolios extranjeros; en defensa de las libertades sindicales; por una política exterior independiente…”.

Pero 58 años después, y habiendo dejado miles de compañeros en la lucha, torturados, muertos, desaparecidos, presos, exiliados, integran juntos un gobierno que hace recaer el peso impositivo sobre los salarios más que sobre el capital (al cual se le rebajaron impuestos), que apenas logra poner un impuesto simbólico a las grandes extensiones y tiene que transar en que ese dinero les sea devuelto en caminería a ese mismo latifundio, que a las grandes empresas y monopolios extranjeros los exime del pago de impuestos, etc…

Porque tanto el actual, como el anterior gobierno del FA, han sido gobiernos que tiemblan ante el poder. El caso del impuesto al agro es un ejemplo claro, pero hay otros. No se ha querido enfrentar al poder de los grandes medios de comunicación, demorando interminablemente una ley de medios, y llegando finalmente a una que mantiene intacto el poder que ya tenían los dueños de los canales de televisión.
Y otro ejemplo claro, es también el de la negativa de Mujica a la creación del Frigorífico Multimodal, en donde sin ambages admitió que no quería hacerlo porque eso sería enfrentar a la rosca ganadera, como si no se hubiese luchado y perdido vidas de valiosos compañeros justamente para eso, para enfrentar al poder de la oligarquía.

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