sábado, 30 de abril de 2016

Los textos de la democracia, las fotocopias y el socialismo de la cultura, por Marcelo Marchese

Por Marcelo Marchese
 
El lector acordará conmigo que la ley de fotocopias afecta a los textos de estudios y deja incólume al resto de la literatura. No es dable pensar que alguien fotocopie un libro de poesía, pues ese tipo de lector ama los libros y quiere un trato directo con las palabras impresas en negro sobre blanco y desprecia ese feo gris sobre el gris de la fotocopia.

El lector de Marosa y Levrero querrá hojear el libro y luego colocarlo en su biblioteca. Gozará de verlo allí, de tener el objeto e inclusive, en ocasiones lo comprará con la idea de leerlo algún día. Algunos acumulan títulos, otros dinero y otros libros. Esta tendencia se aplica también a la literatura política y al ensayo histórico y en suma, a toda obra escrita cuya lectura esté dictada por el placer.

Si alguien fotocopia alguna novela será para beneficio del autor y no en su detrimento, como sucede con las canciones ¿Qué más quiere un músico que lo pirateen, que difundan su obra, que le hagan propaganda para que mañana haya gente dispuesta a comprar una canción o una entrada para un recital? El principal enemigo de un artista es la ignorancia sobre su labor.

Antes de abordar el problema de los textos, debemos insistir en la comprensión de esta época que internet y el avance de las comunicaciones ha iniciado. Aún desconocemos los incalculables efectos que tendrá sobre la humanidad el socialismo de la cultura. Si hubiéramos de buscar un parangón, debemos pensar en el Renacimiento y en una de sus creaciones fundamentales, la imprenta, responsable de la difusión de las ideas que alumbraron los tiempos modernos. Aquellos monjes que lentamente copiaban libros, pusieron el grito en el cielo, crearon el mito de Fausto y su pacto con Mefistófeles y arengaron a las masas para destruir al invento diabólico (1). Si en verdad el cine, la música y los textos que miles de millones pueden disfrutar de forma gratuita o casi gratuita, perjudican los ingresos de los creadores, debemos, a la hora de razonar acerca de un fenómeno inevitable, sopesar el beneficio que genera a estos autores y a la humanidad, la vasta difusión de la cultura.

Ahora veamos el problema de las fotocopias vinculado al rubro donde efectivamente tendrá una incidencia. No podemos sino alegrarnos, estando o no de acuerdo con la ley, del debate que ha generado, aunque por ahora es un debate que gira en un eje falso y nadie, absolutamente nadie, se ha animado a ir al fondo del asunto.


¿Cómo funciona el negocio de los textos?


Hace no mucho los textos eran editados en su inmensa mayoría por editoriales nacionales y las obras producidas, de nivel superior a las actuales, pasaban de hermana a hermano. Hoy vivimos los “beneficios” de la globalización. Las grandes corporaciones desembarcaron en el este y el oeste y desplazan a las editoras nacionales. Esto genera dos problemas: por un lado la fuga de dinero que va a las arcas de las trasnacionales, por lo cual no sacamos rédito del dinamismo que podría generar el mercado; por el otro, los libros, en general, responden a la ideología imperante en el lugar donde fueron redactados, cosa evidente en los textos de inglés. Nuestra República permite que sean las trasnacionales las que formen, o formateen, la mente de los estudiantes que luego serán los ciudadanos que gobiernen la República. Pero estos, con ser considerables, no son los únicos perjuicios de la nueva ola. Las trasnacionales descubrieron que a los tres años, digamos, de editado un texto, merma su venta ¿Por qué? Porque comienza a circular usado ¿Cómo impedir que esto suceda? La única manera es redactar un texto nuevo ¿Se redacta un texto nuevo? Sólo de forma aparente, como bien saben los editores, los libreros y una cantidad creciente de padres indignados. El texto será el mismo, pero su título podrá variar y ya no será “El mundo actual” sino “El mundo moderno”, y el orden de los capítulos cambiará, y se buscarán sinónimos para el encabezado de los capítulos, se agregará una página en el prólogo para que no coincida la numeración de una edición y otra, se trocará la foto de Ronaldinho por una de Messi, el libro llamado English pasará a llamarse New English y luego English third edition y se cometerán toda una serie de fechorías con el propósito de obligar al padre a comprar un refrito. No necesariamente el autor, residente acá o allá, ganará un peso en cada maniobra, pues puede que la trasnacional en vez de pagar el famoso 10%, compre el material por cierta suma y se apropie de sus derechos de una vez y para siempre, inclusive al grado de utilizar parte de lo escrito por el autor A, para agregarle lo escrito por el autor B y el C y el D y de esa manera elaborar un texto Frankestein.

Ahora bien, todas estas prácticas están amparadas por la libertad de empresa y de expresión. Uno tiene derecho a corregir su libro. El problema se genera cuando este derecho se invoca con el propósito de ganar dinero de manera inmisericorde, sin corregir nada en absoluto y bajando el nivel, pues de manera sistemática los nuevos textos acompasan el descenso de la educación, de tal manera que de una edición a otra, en un libro de 250 páginas, en ocasiones se le restan 30 o 50. Es una corrección para peor, sin embargo es una corrección para mejor desde el punto de vista de las trasnacionales. La industria nacional, es obvio, se acomoda a esta metodología e inventa sus propios recursos para sobrevivir, pero lo importante aquí es destacar el peso creciente de las trasnacionales en la difusión de ideas, los recursos que estragan y la metodología que han impuesto.

Ahora bien ¿no es el momento de iniciar un debate sobre nuestra educación en bancarrota y nuestra nula política de textos? Sabemos que estamos comprando a precio de nuevo el viejo libro reciclado ¿Seguiremos aceptándolo? ¿Nos preocuparemos por la pérdida de los derechos de autor del escritor de un workbook, cuando lo más probable es que la editorial posea la totalidad de derechos sobre su obra?

Nuestra República permite que se instalen pasteras con exoneraciones de impuestos que absorben agua a toneladas y erosionan nuestro suelo. Nuestra República permite que miles de familias paguen fortunas por un nuevo texto de catadura muy dudosa, que es diferente y al mismo tiempo igual al anterior y cuyo beneficio económico irá quién sabe a dónde ¿Hasta cuándo permitiremos que se erosione nuestro suelo, la mente de los estudiantes y la República toda? Discutamos la política de textos de la República, habida cuenta que debemos abocarnos con urgencia a la formación de los ciudadanos. No hacerlo es estúpido y criminal.

Las fotocopias incidirán en la edición de textos nacionales universitarios con su perjuicio económico correspondiente. Por un tiempo se puede implementar para las fotocopias de textos, sean nacionales o no, toda una batería de medidas, como el pago de un impuesto por parte de las fotocopiadoras, monto que deberá destinarse a las editoriales y autores que crearon un libro, de igual forma que Agadu cobra cada vez que una radio o un boliche pasan una canción y ese dinero se redistribuye entre los autores. Se puede implementar que las Universidades y todo centro de enseñanza, al elaborar un repartido o al fotocopiar un texto dentro de su recinto, pague un canon determinado a las editoriales de las cuales saca provecho. El Estado, en suma, puede destinar fondos que utiliza vaya uno a saber en qué áreas penosas y comprar a las editoriales sea libros, sea eBooks, para asegurar el acceso de todo estudiante al material de estudios.


El futuro del libro


Mas el libro, así como lo conocemos, tarde o temprano desaparecerá (2). Sólo quedarán librerías que vendan antigüedades, y, por cierto tiempo, libros nuevos en papel para aquellos que ansíen su olor y textura. Este cambio tendrá consecuencias diversas y contradictorias que sólo podemos sospechar ¿Cuando nació la radio alguien imaginó que a medida que encumbraba a los grandes artistas, destruía a los músicos barriales, que es una forma de decir que destruía la música en vivo, de una capacidad terapéutica infinitamente superior a la que uno escucha por cualquier otro medio? Acaso en el futuro se logre algún tipo de control sobre el arte que uno descarga y en ese caso se librará una batalla contra los llamados piratas, quienes reclamarán que el arte vuelva a su seno, pues el artista no es otra cosa que un miembro sensible y pensante de la naturaleza y estimulado por la naturaleza, a quien devuelve, reelaborado en arte, lo que ha recibido. Esa lucha ya la vivimos y aumentará de tal manera que signará un futuro donde el Capital, como aprendiz de brujo, pretenderá dominar las fuerzas que ha contribuido a desatar.

Recién estamos en los prolegómenos de este nuevo Renacimiento; sólo sabemos que ninguna violación al derecho de autor ni dinero perdido evitará que un artista diga lo que precisa decir. Nadie ni nada podrá contra eso. Puede que el arte sea bastardeado, como se bastardea la música con el MP3, y puede que se inicie el fin de esa odiosa, estúpida y falsa división entre artistas y público ¿Quien sabe si entre las consecuencias del socialismo de la cultura no se encuentre el redescubrir que todos somos artistas, matemáticos, cocineros, historiadores y políticos? Sea de ello lo que fuere, no pagaremos un impuesto eterno al primer homínido que dominó el fuego. Su descubrimiento inauguró una nueva era para la humanidad y nos definió como especie. Somos lo que heredamos y sólo nos apropiamos de aquello que fue hecho por nosotros y nos pertenece.




(1) El Fausto de Christopher Marlowe. Pensamiento salvaje. Marcelo Marchese. Editorial el mendrugo.

(2) ¿El progreso dice adiós al libro? http://www.rebelion.org/noticia.php?id=146706

2 comentarios:

  1. Muy bueno!!! es una batalla inútil...se olvidan de los scaners los celulares y demás cámaras digitales si la ley se opone a la usanza pierde sentido la ley y la legislación es lo mismo que pasa en el tránsito, muchas normas no se pueden cumplir o son ridículas...luego quién define cuales si...?

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  2. Muy bueno!!! es una batalla inútil...se olvidan de los scaners los celulares y demás cámaras digitales si la ley se opone a la usanza pierde sentido la ley y la legislación es lo mismo que pasa en el tránsito, muchas normas no se pueden cumplir o son ridículas...luego quién define cuales si...?

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