
Por
José Luis Perera
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PRIMERA PARTE -
LA
CARACTERIZACIÓN DE LA ETAPA
Cuando
en "Lenin, la revolución y América Latina", Rodney
Arismendi analiza el tema de las vías de la revolución, dice que
deberemos delimitar dentro de qué perímetro obligatorio deberá
manejarse toda previsión científica -ni oportunista, ni
subjetivista- si intentamos fijar los contornos del método
marxista-leninista. Y para ello, nos señala dos líneas de
referencia principales:
-
debemos situar concretamente nuestro análisis en la época
histórica, captar sus tendencias fundamentales y la manifestación
de éstas en el cuadro internacional;
-
debemos caracterizar el aparato estatal -su configuración
burocrática y represiva-, es decir, las posibilidades potenciales
-armadas o no- de acceso al poder de las masas revolucionarias que
encabezará la clase obrera.
Más
adelante Arismendi habla de la previsión estratégica y advierte los
peligros que acechan al partido de vanguardia de no seguir las
coordenadas metodológicas para analizar el desarrollo histórico:
“El
desarrollo histórico -ni las revoluciones que lo aceleran- no se
asemeja a un montón de casualidades, o de hechos imprevisibles. Por
ello, las coordenadas metodológicas a que se remiten Marx y Lenin
para prever la vía de la revolución no están situadas sólo en lo
más inmediato y contingente; permiten la previsión estratégica. De
lo contrario, el partido de vanguardia de la clase obrera descendería
teóricamente hasta un empirismo sin horizonte, a la función de
espejo de una práctica histórica que sólo puede reflejar con
rezago. En vez de vanguardia, el partido revolucionario de la clase
obrera se relegaría a una defensiva estratégica permanente, a la
reacción tardía frente a problemas que una realidad compleja,
difícil y abigarrada, siempre poco propicia a mostrarse sin velos,
le estaría promoviendo, en un eterno curso de azares imprevisibles”.
Algo
que por cierto también señalaba Lenin: “El marxismo exige
de nosotros que tengamos en cuenta con la mayor precisión y
comprobemos con toda objetividad la correlación de clases y las
peculiaridades concretas de cada momento histórico. Nosotros, los
bolcheviques, siempre nos hemos esforzado por ser fieles a este
principio, incondicionalmente obligatorio si se quiere dar un
fundamento científico a la política”. (Lenin, “Cartas sobre
táctica”).
Y
sin dudas el primero de los aspectos (la caracterización de la época
histórica) es muy importante, y cada vez más complejo de
establecer, ya que la realidad planetaria cambia hoy en día a
velocidades que eran difíciles de prever hace unas cuántas décadas.
Podemos decir que los acontecimientos económicos, políticos y
sociales que conmueven al mundo en la segunda mitad del siglo XX y lo
que va del XXI, se suceden a un ritmo vertiginoso, afectando cada vez
más al mundo en su conjunto.
Por
eso, una teoría revolucionaria no puede mantenerse estática, y debe
ser permanentemente contrastada con la realidad, de lo contrario,
corre el riesgo de estancarse y transformarse en una traba para
avanzar.
AQUELLA REALIDAD HISTÓRICA
En el Informe de Balance del Comité Central del PCU al XVII Congreso (agosto de 1958), el primer capítulo se titula “LINEAMIENTOS DE LA SITUACIÓN INTERNACIONAL”, y comienza con este subtitulo: “El tránsito del capitalismo al socialismo, rasgo distintivo de nuestro tiempo”.
AQUELLA REALIDAD HISTÓRICA
En el Informe de Balance del Comité Central del PCU al XVII Congreso (agosto de 1958), el primer capítulo se titula “LINEAMIENTOS DE LA SITUACIÓN INTERNACIONAL”, y comienza con este subtitulo: “El tránsito del capitalismo al socialismo, rasgo distintivo de nuestro tiempo”.
Arismendi
recordaba en dicho informe que “Lenin caracterizó nuestro
tiempo como la época del derrumbe del capitalismo y de la victoria
del socialismo. Las previsiones del marxismo-leninismo han encontrado
una clamorosa confirmación en la realidad contemporánea. La
revolución rusa de 1917 inició el proceso del tránsito del
capitalismo al socialismo. La victoria de la revolución rusa
dirigida por el Partido de los comunistas, encabezado por Lenin,
cambió el curso de la historia universal.”
Arismendi
se explayaba luego sobre el papel de la revolución rusa que el
imperialismo había intentado ahogar en la cuna y luego mediante
intervención militar, para finalmente pretender desterrarla de las
relaciones internacionales. Pero aquella revolución “venció
en la tarea de Hércules de construir la sociedad socialista”,
decía el secretario general. “La antorcha de su ejemplo
salió de las fronteras de un país para iluminar hoy la realidad de
un sistema de Estados desde Praga a Pekín, con casi mil millones de
habitantes en impetuoso ascenso económico y cuya producción rebasa
ya el tercio de la producción industrial mundial”.
Y
agregaba: “En 40 años, el mapa del mundo se ha encogido
para el capitalismo, para sus relaciones de producción basadas en la
explotación de los trabajadores y el sometimiento de los pueblos
débiles o económicamente atrasados”.
Cuando
uno lee un informe como este, por un lado debe hacer el esfuerzo para
ubicarse en aquel contexto histórico-social, ya que sin duda la
situación mundial ha virado 180 grados. Pero es necesario saber que
sobre la base de este análisis (imprescindible si se quiere elaborar
una teoría científica de la revolución) fue que el Partido
Comunista de Uruguay elaboró sus Bases Programáticas y la
Plataforma política inmediata. Un análisis esencialmente correcto
para dicha época histórica, y que derivó en una estrategia
esencialmente correcta, desde luego.
Pero
hoy, como ya señalamos, la realidad es otra. Y si revisamos dicho
documento, ya desde el subtitulo vemos la profundidad de los cambios
ocurridos. Difícilmente podamos decir que el rasgo distintivo de
nuestra época sea el tránsito del capitalismo al socialismo. La
revolución rusa es historia, ya no existe la URSS ni el sistema de
Estados socialistas que mencionaba el informe, “desde Praga a
Pekín”, y difícilmente podamos calificar a este último como
socialista.
Hoy
tenemos un mundo multipolar, donde el sistema capitalista campea por
todo el planeta, con honrosas excepciones como la valiente Cuba y
algunos procesos que intentan caminar a los tumbos hacia sistemas
diferentes.
Decía
además el informe que comentamos: “Hoy,
la clase obrera, al frente de las masas populares, ha llegado al
poder en numerosos países de Europa y Asia; las ideas del
marxismo-leninismo no son ya sólo el programa inspirador de la lucha
de los trabajadores y de los pueblos oprimidos, sino la realidad
triunfante de la edificación de un nuevo mundo”.
Cincuenta y cinco años después, las masas populares en Europa y Asia ya no están en el poder, y por el contrario, luchan contra la explotación capitalista que pretende hacer recaer sobre ellas el peso de la crisis del sistema, porque ya el marxismo-leninismo no es la “realidad triunfante” en esos lugares.
Cincuenta y cinco años después, las masas populares en Europa y Asia ya no están en el poder, y por el contrario, luchan contra la explotación capitalista que pretende hacer recaer sobre ellas el peso de la crisis del sistema, porque ya el marxismo-leninismo no es la “realidad triunfante” en esos lugares.
Más
adelante señalaba: “La victoria del socialismo en la URSS
y la formación del sistema socialista mundial acentúan la crisis
del sistema capitalista, uno de cuyos índices más notables es la
quiebra de los imperios coloniales, el auge del movimiento de
liberación nacional de los pueblos dependientes y la gravitación de
estos pueblos en la política internacional”.
Sin
duda que el panorama mundial cambió positivamente en ese aspecto y
muchos pueblos lograron liberarse del colonialismo, pero el sistema
capitalista logró recomponerse, para luego entrar en una nueva
crisis actualmente. Luego de la segunda guerra mundial, China expulsó
a los imperialistas, luego Viet Nam y Corea, y otros 700 millones de
asiáticos y africanos rompieron sus cadenas coloniales y
conquistaron su “independencia” política, aunque muchos luchan
todavía por la independencia económica.
Decía
también el informe que “El tercer índice a destacar
consiste en el auge del movimiento comunista y obrero mundial”.
Quien sostenga esto mismo hoy en día sería un delirante. El
derrumbe de la URSS y todo el campo socialista provocó crisis en
todos los partidos comunistas a nivel planetario, y algunos más
otros menos, todavía luchan por salir. Y hoy en día en muchos
lugares el movimiento social en general, los grupos anti sistema y
organizaciones de toda índole ocupan el lugar en la lucha que antes
cumplía el movimiento obrero organizado. “La era de los
regímenes comunistas y partidos comunistas de masas tocó a su fin
con la caída de la URSS, y allí donde aún sobreviven, como en
China y la India, en la práctica han abandonado el viejo proyecto
del marxismo leninista” nos dice el historiador marxista
Eric Hobsbawm en “Cómo cambiar el mundo”.
El
informe habla luego de “La lucha por preservar la paz”, y dice
que “La realidad mundial se define hoy por la existencia de
dos sistemas sociales contrapuestos, regidos por leyes antagónicas
de desarrollo: el socialismo y el capitalismo. (...) La emulación y
la competencia entre ambos sistemas cubre la escena contemporánea e
influye decisivamente en la vida política internacional, sobre el
pensamiento de los pueblos, sobre la acción de las masas, sobre las
posibilidades de salvaguardar la paz mundial”.
Está
muy claro que hoy en día no existen en la práctica dos sistemas
sociales contrapuestos, y que la emulación y la competencia entre
ambos ya no es posible y no influyen como antaño en la vida política
internacional ni sobre el pensamiento y la acción de los pueblos.
Aspecto que sin duda es bien relevante, ya que en su momento la
confrontación de ambos sistemas en toda la vida social, económica,
política y cultural de un sistema con otro, mostraba la capacidad
del socialismo de desenvolver las fuerzas productivas y asegurar la
felicidad de los hombres.
A
este respecto señala Eric Hobsbawm: “Aquella crisis (la
del capitalismo entre 1914 y finales de los 40) iba a servir para que
muchos dudasen de si el capitalismo podría recuperarse. ¿Acaso no
estaba destinado a ser reemplazado por una economía socialista tal
como predijo el para nada marxista Joseph Schumpeter en la década de
1949? De hecho, el capitalismo se recuperó, pero no en su antigua
forma. Al mismo tiempo, en la URSS la alternativa socialista parecía
ser inmune al colapso. Entre 1929 y 1960 no parecía descabellado, ni
siquiera para los numerosos no socialistas que no estaban de acuerdo
con la parte política de estos regímenes, creer que el capitalismo
estaba perdiendo fuelle y que la URSS estaba demostrando que podía
superarlo. En el año del Sputnik esto no sonaba absurdo”. Pero
enseguida agrega: “Que sí lo era (absurdo), se
hizo harto evidente después de 1960”.
En
1956, el 20 Congreso del PCUS (Partido Comunista de la URSS) decía
que se amplían las posibilidades del tránsito “pacífico” al
socialismo, y menos de dos años después, 57 partidos comunistas
aprueban una declaración proyectada conjuntamente por el PCUS y el
PC de China. Allí hay un extenso párrafo acerca de las “vías”.
Rodney Arismendi lo explicaba así: “Una
breve introducción precede al texto. Se han creado en el mundo
-dice- condiciones más favorables para la victoria del socialismo a
raíz de los profundos cambios históricos, a los progresos radicales
a favor del socialismo experimentados en la correlación
internacional de fuerzas, y por la atracción de las ideas del
socialismo en la clase obrera, los campesinos, trabajadores y la
intelectualidad”. Hoy, esa favorable
correlación de fuerzas a nivel internacional ya no existe, porque no
existe siquiera el campo socialista.
BARAJAR Y DAR DE NUEVO
BARAJAR Y DAR DE NUEVO
Lo
que quiero señalar, es que un partido comunista elabora una teoría
de la revolución, siguiendo la metodología marxista-leninista, en
un contexto histórico determinado, con una caracterización de la
época histórica, con un análisis pormenorizado de las
correlaciones de clase a nivel planetario, con un análisis de la
situación continental y regional y de los procesos revolucionarios
de todo tipo que se desarrollan contemporáneamente. Lo correcto,
sería volver a analizar la estrategia revolucionaria trazada, cuando
ese marco histórico cambia tan radicalmente y cuando al menos habría
que volver a caracterizar la época histórica.
Las
preguntas que me hago, y que creo deberían hacerse todos aquellos
que de algún modo tienen al marxismo-leninismo como guía para la
acción, son las siguientes:
-
¿Es posible mantener la misma estrategia cuando el marco de época
ha cambiado tan radicalmente?
-
Cuando la URSS y todo el campo socialista dejaron de existir; cuando
el mundo dejo de ser bipolar y pasó a ser multipolar, con el poder
concentrado en manos del imperialismo y las trasnacionales; cuando se
acabó la Guerra Fría y cayó el muro de Berlín, ¿No se hace
necesario al menos revisar la estrategia y sus resultados para ver si
es posible mantenerla o si hay que hacerle modificaciones?
El
contexto internacional es hoy de derecha. La desaparición de la URSS
y el campo socialista es un duro golpe para el pensamiento de
izquierda en general (y mucho más para los comunistas en
particular), por lo cual parecería necesario un nuevo análisis.
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