-TERCERA PARTE -
EL XVI CONGRESO
En
su informe al XVI Congreso, Rodney Arismendi iniciaba como es
costumbre con la situación internacional, y en lo que tiene que ver
con el capítulo sobre América Latina, decía:
“América
Latina es escenario de grandes luchas de masas contra el enemigo
fundamental de nuestros pueblos, el imperialismo yanqui, a cuyo
servicio se han entregado una pequeña casta de latifundistas y
grandes capitalistas y los gobiernos que los representan. La política
de guerra y colonización de los imperialistas yanquis ha traído la
desgracia a nuestros pueblos; sus riquezas son saqueadas, su
soberanía es pisoteada desvergonzadamente; se quiere transformar a
sus hijos en carne de cañón para la agresión que preparan los
incendiarios de guerra. Los imperialistas yanquis no ocultan que
procuran el dominio y el contralor absoluto de las riquezas naturales
de nuestros países, de su comercio exterior, de sus fuentes de
energía, de sus transportes, etc.. Por medio de los acuerdos
militares, el Punto IV, pretenden transformarnos en simples
proveedores de materias primas, carne de cañón barata y bases de
guerra. Los monopolistas estadounidenses apelan a todos los recursos
para destruir las incipientes industrias nativas, o mediante hombres
de paja y compañías mixtas, apoderarse de su contralor; la
penetración de sus capitales marcha paralela con la introducción de
sus agentes en los puestos llaves de la vida económica de nuestros
pueblos.
[...]
La
realidad muestra que fuerzas cada vez más amplias entran en
conflicto diverso –más o menos agudo- con la dominación
norteamericana; comprenden que la política de los bloques militares,
de apropiación barata de las materias primas con pretextos
político-militares, las imposiciones yanquis en materia de comercio
exterior, encubren la más cínica explotación de nuestras naciones
y precipitan a los países de América Latina a la catástrofe.
[...]
Crecen
así las condiciones para que fuerzas cada vez más considerables se
persuadan de que sólo con un vasto frente democrático de liberación
nacional, dirigido a lograr la expulsión de los imperialistas
yanquis y a la destrucción del régimen actual de terratenientes y
grandes capitalistas, se podrán resolver finalmente los problemas de
América Latina”.
Como
vemos, allí se hace referencia al imperialismo yanqui como el
enemigo fundamental de nuestros pueblos, a cuyo servicio estaban los
latifundistas y grandes capitalistas a quienes representaban los
gobiernos latinoamericanos (el nuestro incluido, claro está). Pero
el hecho es que la oposición al imperialismo yanqui generaba las
condiciones para que fuerzas cada vez más considerables, que se
podían agrupar en un vasto frente democrático de liberación
nacional dirigido a lograr la expulsión de los imperialistas yanquis
y a la destrucción del régimen actual de terratenientes y grandes
capitalistas.
Y
seguramente el Frente que se logró conformar en 1971, tenía las
características que señalaba Arismendi, puesto que los documentos
fundacionales hablan claramente de un conjunto de ideas
antiimperialistas y antioligárquicas. La pregunta que surge es: El
Frente Amplio actual, el de 42 años después de su fundación
¿mantiene alguna de esas características? Hablo de los hechos
concretos, de la acción en el gobierno, no de los documentos, que
claro está, nadie ha renegado de ellos públicamente.
UNA
REALIDAD DIFERENTE
Los
cambios en América Latina, desde el momento en que el PCU elaboró
su teoría de la revolución uruguaya, han sido múltiples y
multifacéticos. En ese entonces, la Revolución Cubana no era una
realidad triunfante, pero además, desde su triunfo, han tenido lugar
sucesos de todo tipo, triunfos revolucionarios o progresistas, como
los de Chile, Nicaragua, Grenada, procesos que han avanzado y otros
que han retrocedido
El
capítulo de América Latina es el que sin duda habría que estudiar
más detenidamente, puesto que los cambios económicos ocurridos son
de magnitudes tremendas, y las consecuencias sociales e ideológicas
de los mismos perdurarán por largo tiempo.
Quien
crea que las dictaduras que asolaron estas tierras durante décadas,
y luego los años del más crudo neoliberalismo, no han cambiado la
cabeza de la gente, está obviamente equivocado. Pero además ha
cambiado también el comportamiento y la forma de pensar de los
colectivos sociales, y los partidos de izquierda de hoy nada tienen
que ver con aquellos otros, a la vez que han cambiado los movimientos
sociales, el sindicalismo, y han cobrado un protagonismo nuevo los
movimientos indigenistas, los ecologistas y todo tipo de movimientos
no tradicionales.
En
nuestro continente encontramos algo sustancialmente diferente, con
gobiernos de izquierda que básicamente se agrupan en torno al ALBA,
y que se oponen de manera firme al imperialismo, y con gobiernos más
bien progresistas, que en general concilian con el imperio, cuando no
directamente se arrodillan ante él. Otros son directamente de
derecha.
Se
diría que aquello que el PCU pretendía lograr en nuestro país con
“un vasto frente democrático de liberación nacional” (expulsión
de los imperialistas y destrucción del régimen de terratenientes y
grandes capitalistas), se logró en Cuba, y se inció un proceso en
algunos países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, llevado a cabo por
partidos o movimientos que eran minúsculos pero que se apoyaron en
la movilización popular. Los resultados han sido diversos y están
por verse en muchos casos.
En
América Latina hay hoy una izquierda que apuesta a los cambios
revolucionarios, que se involucra activamente en los debates con los
países centrales, con las oligarquías y con el imperialismo, con
sus representantes políticos y mediáticos y en general con el
pensamiento hegemónico en todos los planos. Y lo hace en medio de la
polarización, identificando claramente al enemigo social, económico
y político de las transformaciones, y promoviendo medidas que
afectan directamente los intereses concretos de esos sectores, tanto
nacionales como trasnacionales. Y esa es la izquierda que a los
tumbos ha logrado avanzar.
Aquellos
que avanzan:Cuba, Bolivia, Venezuela, Ecuador, se han afirmado en las
masas y logran un constante crecimiento en el apoyo popular
movilizado. Por el contrario, en nuestro país, las masas se alejan
día a día del FA y del gobierno. No hace falta, creo yo, demasiadas
pruebas al respecto; basta ver la enorme desmovilización popular y
el retroceso electoral progresivo.
También
sería interesante analizar por qué razón se han logrado mayores
avances en aquellos procesos que no tenían en lo previo un gran
partido detrás -salvo tal vez el caso del PT en Brasil-, ni eran
coaliciones de partidos. Los demás han sido pequeños partidos e
incluso, en el caso de Rafael Correa, ni siquiera presentó
candidatos al Congreso en su primera elección, y comenzó a
construir su respaldo después de obtenido el gobierno. Algo similar
al caso de Chávez.
El
caso de Evo es notable. Pierde las elecciones con un 20% en 2002,
para triunfar en 2005 con un 53%. Y luego de una campaña escandalosa
en su contra por parte de los medios de comunicación y la derecha
internacional, y la intervención directa de Bush a través de su
embajador, en 2009 trepa a un espectacular 63%.
Ni
que decir de Hugo Chávez, que rompió todos los records mundiales en
cuanto a elecciones ganadas (ganó 15 y en todas logró superar la
anterior). Nestor Kirchner accedió al gobierno con un 20% de los
votos, y luego Cristina en 2007 trepa al 45%, logrando en 2011 (luego
de una campaña feroz de los medios liderados por Clarín y de todo
el sector del agro) la friolera del 54% de los votos (sin embargo
pierde luego con la dercha macrista).
Rafael
Correa, en la primera vuelta del 2006 obtiene el 23%, logrando la
victoria en segunda vuelta. Sin representantes en el Congreso,
convoca a una Constituyente en donde obtiene el 70% de los escaños.
La nueva Constitución es refrendada por el 63% del electorado, y al
someterse a una nueva elección Correa obtiene el 51% de los votos. Y
en las elecciones recientes obtiene el triunfo nuevamente con el 57%.
Pero hay que tener en cuenta, además, que en Ecuador, desde 1996
ningún gobierno había logrado siquiera terminar su mandato de 4
años.
NOSOTROS
Si
comparamos esas performances con la del Frente Amplio en nuestro
país, es evidente el abismo entre aquellos procesos y el nuestro. La
última elección en la cual el FA crece electoralmente, es la del
2004. A partir de allí, no ha hecho otra cosa que ir perdiendo votos
elección tras elección. En las nacionales del 2004 el FA gana en
primera vuelta con casi el 51%, y desciende en el 2009 teniendo que
ir a una segunda vuelta y estuvo a punto de perder las mayorías
parlamentarias. También perdió luego el gobierno de varios
departamentos del interior. Además de ir descendiendo también en
las votaciones de las elecciones internas. En 2014 tiene que ir
nuevamente a un balotage al obtener el 48%, luego de una campaña
basada en sembrar el miedo a la dercha.
Las
explicaciones que se han dado al respecto son dos, a cual de ellas
más banales: 1) no se ha sabido explicar lo bien que se ha gobernado
(la gente sería corta de entendedera, y si no se le explica, no
entiende lo bien que le está yendo); 2) El ejercicio del gobierno
desgasta (lo cual se da de patadas con lo que acabo de decir sobre
los otros gobiernos del continente). Si el FA no es capaz de analizar
los por qué, pero en serio, no podrá avanzar ni un solo paso en la
corrección de los rumbos, y seguramente perderá la mayoría en las
próximas elecciones, y quien sabe si no también el gobierno.
Al
menos, habría que ver si la explicación de los diferentes procesos
está en la gestión, en la política, en la administración de la
cosa pública, o si al menos está asociada a la capacidad de generar
identificación, entusiasmo, esperanza e identidad transformadora de
las medidas que se promueven y se llevan a cabo.
La
identificación y el apoyo que han logrado los otros gobiernos del
ALBA, y hasta el gobierno argentino, tienen mucho que ver con la
correspondencia estricta entre el discurso y la práctica de
gobierno, e incluso con ir más allá aún de lo prometido.
Por
el contrario, el discurso de la izquierda uruguaya se mostró
totalmente inconsistente con lo actuado a la hora de gobernar, con el
agravante de que las condiciones políticas y económicas, y el
entorno mundial ameritaban llevar las acciones mucho más allá del
discurso.
Por
cierto, tampoco se trata de idealizar los procesos de los gobiernos
del ALBA, o el argentino o el cubano. No se pueden ignorar los
claroscuros que también son propios de esas experiencias y hasta
elementos conflictivos con los movimientos sociales. Pero la
diferencia notoria con el nuestro, es sin duda el amplio apoyo en las
masas de aquellos y el progresivo alejamiento de las mismas en
nuestro caso.
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